Comentario
La plástica fenicia refleja un complejo sincretismo estético en el que la influencia egipcia primero y la griega después son muy evidentes. Por lo que sabemos, no ha llegado a nuestros días un número considerable de escultura a gran tamaño y de bulto redondo labrada en piedra, circunstancia que motiva una serie de problemas de interpretación y de datación cronológica.
A finales del siglo VIII a. C. se fecha una estatua acéfala y sin pies, de caliza (54 cm; Museo de Beirut), localizada en Tiro, de disposición egipcia; presenta sobre su torso desnudo un amplio pectoral y su faldellín plisado termina con adornos de dos "uraei". M. Chéhab la compara con el torso colosal de Sarepta (1,44 m; Museo del Louvre), labrado sobre un pilar cuadrado que hubo de servir como elemento arquitectónico.
Carácter también egiptizante, por el vestido y la rígida disposición tienen una serie de torsos masculinos (hoy en el Museo de Beirut) hallados en un templo helenístico de Umm el-Amad. Adosados a un pilar, sirvieron como adornos de las jambas de acceso al templo. Algunos presentan inscripciones con dedicatorias a divinidades (Astarté, El, Osiris, etc.).
En el Templo de Eshmun en Sidón han aparecido una cabeza y un busto en caliza, del siglo VI a. C., de rasgos fenicios y con claras resonancias griegas arcaicas. De él también provienen estatuillas votivas de niños, en caliza, figuradas en variadas actitudes (jugando, de pie, en cuclillas), de claro estilo grequizante e influencias chipriotas, junto con inscripciones fenicias que permiten datarlas hacia finales del siglo VI a. C. o comienzos del V. Una de ellas (35 cm; Museo de Beirut) presenta a un niño semiacostado, con rostro atento y pecho desnudo en el que se observa la flaccidez anatómica.
Dignas de interés son las estatuillas de caliza de Herakles-Melqart (26 cm; Museo de Nicosia), del siglo VII a. C., acéfala; una testa de esfinge (restan 40 cm; Museo del Louvre), del siglo IV a. C., procedente de Sidón, y una figurita femenina, amamantando a un niño (15,75 cm; Museo de Beirut), acéfala, de muy tosca ejecución y fecha incierta.
Punto y aparte merecen los fragmentos de una estatua de Shesonq I (950-929 a. C.) hallada en Biblos, y el busto de arenisca de Orsokon I (929-893 a. C.), también hallado en la misma localidad, con la cartela de tal faraón y una inscripción del rey Elibaal de Biblos.
La coroplastia fenicia, de tipo funerario, cultual y votivo, ha proporcionado algunos ejemplares de notable calidad. Sean ejemplo de ello -y no podemos extendernos en su enumeración- una terracota de Biblos, con el tema del jinete armado (33,5 cm; Museos Reales de Arte de Bruselas), las numerosas figurillas de mujeres, unas gestantes -las "pregnant women" de Sarepta, de tanto éxito posterior- y otras del tipo Astarté (una muy interesante de Amrit, hoy en Beirut) y de dioses, entre las que no podemos dejar de citar un magnífico Bes (21 cm; Museo del Louvre), de gran calidad plástica y otras figuritas de divinidades de Kherayeb.
Algunos ejemplares de naiskoi y variadísimos protomos y máscaras -llevadas durante las ceremonias religiosas por sacerdotes o devotos- completan la plástica en arcilla.
Entre la animalística hay que destacar un león echado, de Biblos, trabajado en basalto (43 por 69 cm; Museo del Louvre), de los siglos VI-IV a. C., de notable plasticidad y claro estilo egiptizante; presenta las patas delanteras curiosamente dispuestas una sobre otra y en una lleva grabado el motivo del tulipán, siguiendo la moda urartea. Finalmente, recordar las numerosísimas piezas en "frita" que representan perros, gatos, leonas, hipopótamos, monas, halladas en distintos lugares (un lote de 300 ejemplares en el Templo de los obeliscos), deudoras de influencias egipcias.
En Chipre, cuya plástica presenta muchos problemas de interpretación dado el complejo eclecticismo que aparece en sus obras, sus esculturas presentan sobre todo a partir del siglo VII a. C. influencias orientales y luego jónicas. Lo hasta ahora hallado consiste, en líneas generales, en figuras de nobles personajes tanto masculinos, barbados, tocados con bonetes orientales y vestidos con largas túnicas o faldellines egipcios, como femeninos, lujosamente ataviados. Sirvan como ejemplos el llamado Sacerdote fenicio de Chipre, con claras influencias egipcias y griegas a un tiempo; la Dama del vaso de caliza, calzada y vestida, piezas ambas en el Metropolitan Museum de Nueva York, y la Dama de Tricomo (1 m; Museo del Louvre), de caliza, tocada con un rico kalathos floral y recubierta de finísima joyería.
Especial interés adquieren las "esculqart" fenicio y el Herakles griego; o la figura del Herakles-Melqart de Idalion, en caliza (44 cm; Museo del Louvre), del siglo V a. C. de muy buena labra. Por su significación religiosa debemos citar la multitud de estatuillas votivas, de procedencia popular, mostrando a diferentes dioses y diosas, y las que representaban a muchachos del templo, en realidad prostitutos sagrados que actuaban en ellos.
La coroplastia chipriota produjo muy pronto numerosas figurillas modeladas tanto a mano como a molde, siguiendo la moda de los talleres del sur de Fenicia, de donde se importaban tipologías. En Kition, Amatunte, Lapithos, Menico y otros enclaves coloniales han aparecido muchas y variadas terracotas de calidad desigual. Representan a devotos orantes, a tocadoras de tamboriles, a diosas desnudas tipo Astarté, a diosas con los brazos alzados (de clara influencia egea), a la "dea tyria gravida" o "pregnant woman", antes citada (gestante y sentada sobre trono), a los dioses Bes, Ptah y Baal Hammon y a figurillas -llamadas impropiamente- tipo muñeco de nieve, de pequeño tamaño.
Debemos citar algunos lampadarios que recogen figuras femeninas y masculinas y a las típicas terracotas figurando los naiskoi o templos diminutos, que suelen contar con alguna figura humana asomada a su ventana o puerta.
En el santuario de Marion se descubrió una estatuilla femenina que representaba el prototipo, según S. Moscati, de aquellas que aparecerían en el Occidente púnico en forma de campana.